De pequeño, solo batallas con tus padres para poder comprar
ese cochecito de juguete que tanto te gusta. Vas creciendo, hasta que en tu
adolescencia cambias el cochecito por algún chico que te alegre y te haga
pasar un buen rato.
Sin embargo cuando creces, ese chico para pasar un buen
rato, se convierte en la necesidad de encontrar a otra persona con la que
compartir tu vida (PRESIÓN) y aquel cochecito de juguete por el que batallabas,
se convertirá en la obligación del pago de dicho medio de transporte, que
necesitas para tu trabajo (PRESIÓN).
Dichosa la sociedad en la que vivimos, que convierte
nuestras alegrías de juventud en meras obligaciones y presiones de nuestra
madurez.
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