Están los que confunden la distancia
con la falta de interés,
los que utilizan el término platónico
para esconder su inseguridad.
Están los que exigen la verdad,
aún sabiendo que no tendrán cojones de soportarla.
Aquellos que tacháis de imposible
a lo que no lograsteis hacer.
Los que llamáis a la incapacidad de estar con alguien,
soledad.
Esos individuos perfectos
que culpan al destino de sus errores
y llaman intuición a cada acierto.
Vosotros que preferís la eterna duda
a una respuesta que no esperabais.
Confundís la esperanza con el optimismo,
y llamáis nostalgia al insomnio.
Tú, que compites con tus amigos
a ver a quién le mide más
el ego.
Vosotros que intensificáis el amor
según el tiempo
en vez de según los suspiros.
Esos que medís el tiempo en segundos,
en vez de en pulsaciones.
Aquellos egocéntricos
que creen que enamorarse
es tener unos ojos donde mirar
su reflejo.
Que llamáis a unas buenas tetas
amor a primera vista.
Todos esos que van de cuerdos,
cuando la peor locura
es ser demasiado sensato.
Que llamáis inteligencia
a estar en letras
o en ciencias.
Me dais tanta pena
que sólo puedo reírme
hasta que llegue algún motivo
para llorar de verdad.
domingo, 25 de mayo de 2014
jueves, 22 de mayo de 2014
Cosas que no sé hacer.
No sé recordar lo que aprendo del olvido.
Y a veces la memoria se me escapa
con la vida.
No sé simplificar el mundo.
Lo enredo todo de la misma manera en la que me confunden
tus caricias.
No sé dormir si llueve, no por nostalgia.
Es que no sé cómo unos ojos pueden mirar a otro lado
cuando el cielo llora.
No sé mentir,
y a veces se me escapa una verdad
cuando me miras.
No sé contar chistes,
y se me da fatal hacerme la payasa.
Pero mira,
tú no te has visto cuando ríes.
Me gustaría no saber guiñar un ojo,
porque ver la vida en dos perspectivas
es mucho más divertido.
Y a veces la memoria se me escapa
con la vida.
No sé simplificar el mundo.
Lo enredo todo de la misma manera en la que me confunden
tus caricias.
No sé dormir si llueve, no por nostalgia.
Es que no sé cómo unos ojos pueden mirar a otro lado
cuando el cielo llora.
No sé mentir,
y a veces se me escapa una verdad
cuando me miras.
No sé contar chistes,
y se me da fatal hacerme la payasa.
Pero mira,
tú no te has visto cuando ríes.
Me gustaría no saber guiñar un ojo,
porque ver la vida en dos perspectivas
es mucho más divertido.
No sé cómo se soporta a la gente que siempre está de vuelta
y ni siquiera saben a dónde
van.
Porque lo triste no es tocar fondo,
sino techo.
No sé tantas cosas
que me faltan vidas para aprender todo lo que quiero de ti,
leer todo lo que quiero escribir,
soñar todo lo que quiero volar.
Y es que soy consciente que un día más
es un día menos.
viernes, 16 de mayo de 2014
Todo lo que deberías saber antes de quererme:
Antes de quererme deberías saber que me gusta dormir sola de
vez en cuando, quizá sólo un par de noches. Alejarme las horas necesarias para
que repongas el aire que te voy quitando.
Antes de quererme has de saber que no soy de nadie. Que soy libre, y que en esta cárcel elijo tu pared para encadenarme.
Antes de que te quedes te diré que no voy a enseñarte a vivir. Que no solucionaré problemas que puedas resolver tú. Ni te plancharé los vaqueros, porque odio planchar casi tanto como sonreír sin que me veas.
Antes de quererme has de saber que no soy de nadie. Que soy libre, y que en esta cárcel elijo tu pared para encadenarme.
Antes de que te quedes te diré que no voy a enseñarte a vivir. Que no solucionaré problemas que puedas resolver tú. Ni te plancharé los vaqueros, porque odio planchar casi tanto como sonreír sin que me veas.
Tienes que saber que a veces soy una tonta, y que no siempre
sonrío. Aunque me enamoro como se enamoran siempre las mujeres inteligentes:
como una idiota.
Te confesaré, para que sepas a dónde te metes, que mis pies andan sucios la mitad del día, porque a veces se ahogan con los zapatos.
Antes de quererme asegúrate de hacerlo. Olvida todo lo aprendido, que ni yo hice tus pedazos ni tú mis cicatrices invisibles.
Y si puedo pedir algo pediré que no mientas, que no hagas nada sin deseo. Porque la desgana se aferra, y cuando te quieres dar cuenta ya no hay besos al llegar a casa, ni notas por la ventana, ni asaltos en la ducha para hablar de piel.
Cuando se camuflan las ganas se pasa del querer hacer al
tener que hacer, y de allí a la caducidad del amor sólo hay un tiempo de
declive y desencanto.
Anda ven, con ganas, que ya nos comeremos el miedo enredado en besos y ojeras de entre semana.
Anda ven, con ganas, que ya nos comeremos el miedo enredado en besos y ojeras de entre semana.
Vente, que no soy más demente que cualquiera, lo que pasa es
que no sé disimular y en este desequilibrio hay llanto pero nunca gritos.
Antes de quererme deberías saber que yo ya te quiero.
Ven, hazte caso.
Y quédate para siempre,
que aunque parezca mucho,
dura lo mismo que nunca.
lunes, 12 de mayo de 2014
Cuando te mueras.
Cuando se muera bailaré
como nunca lo hicimos.
Nunca nos pusieron música para vivir
pero nos valieron las risas entre beso y abrazo
y el llanto de las casas distanciadas
como banda sonora
a nuestra diminuta obra
improvisada.
Cuando te mueras iré de blanco
porque gracias a ti
no guardo rincones oscuros
ni odios adornándose en la sombra
no hay abismos insuperables
entre tu latido genuino
y mi palpitar engrandecido
por ti.
El día que ya no pueda verte
entenderé el castigo
de tus ojos dormidos,
porque aunque te sentiré
a mi lado hasta que muera
no alcanzaré a ver tu arrugada mano
sin la alianza que te robarán los años
sosteniéndome.
Cuando mueras
no lloraré por perderte,
lloraré por haberte tenido.
Porque si alguien me ha salvado la vida
desde que salí
llorando
al mundo
has sido tú.
como nunca lo hicimos.
Nunca nos pusieron música para vivir
pero nos valieron las risas entre beso y abrazo
y el llanto de las casas distanciadas
como banda sonora
a nuestra diminuta obra
improvisada.
Cuando te mueras iré de blanco
porque gracias a ti
no guardo rincones oscuros
ni odios adornándose en la sombra
no hay abismos insuperables
entre tu latido genuino
y mi palpitar engrandecido
por ti.
El día que ya no pueda verte
entenderé el castigo
de tus ojos dormidos,
porque aunque te sentiré
a mi lado hasta que muera
no alcanzaré a ver tu arrugada mano
sin la alianza que te robarán los años
sosteniéndome.
Cuando mueras
no lloraré por perderte,
lloraré por haberte tenido.
Porque si alguien me ha salvado la vida
desde que salí
llorando
al mundo
has sido tú.
sábado, 10 de mayo de 2014
La chica que derrochaba melodía al caminar.
La había visto pasar antes,
era ese tipo de chica que no te mira
si no sabes su nombre.
De aquellas que le ponen voz a las sonrisas que se cruza.
Acababa de cumplir diecisiete y solía fumar
para que le pidieran fuego.
Ella tenía mi edad
pero si decía veinticinco
no había hombre en el barrio tan estúpido
para ponerlo en duda.
Llevaba música en los zapatos,
no me refiero al sonar de sus pisadas,
quiero decir que verla caminar
tenía banda sonora.
Como si te introdujeras dentro de una melodía
y no pudieras salir hasta que doblaba la esquina.
Luego tarareabas su ausencia.
Me recuerdo asomada a la ventana
viendo la cara de los hombres que a sus pies iban cayendo.
La realidad es que los enamoraba hasta de la calle
porque por ella pasaba esa mujer.
Luego un día,
otro chico cualquiera la besó a la luz de una farola
y la calle, su calle, se quedó a oscuras.
Cambiaron la melodía de su ausencia
por un ritmo desafinado
de dos lenguas que buscaban el amor que no le dieron
en la boca equivocada.
No volvieron a silbar.
A veces todavía cierran los ojos
y ven aquella calle
y a ella caminando como quien nunca llega tarde.
La llamaron, la llamaron muchas veces
y aunque sí que los miró nunca jamás
consiguió verles.
jueves, 8 de mayo de 2014
'¿Quién me ha robado el mes de abril?'
Abril me cabe en un bolsillo,
es fácil perderlo,
aunque cuando se vaya no me sentiré como Sabina.
No me pueden robar lo que no es mío.
Que si no hallo tu cintura
es como si el mundo me lo hubieran prestado
y estén siempre a punto de exigirme su regreso.
Como vivir en una deuda infinita.
Se parece a ti la chica de la barra, me decías.
Quizás menos morena y menos alta,
los ojos más claros,
el cabello más arroyo que cascada,
las tetas más juntas y su culo
no parece un columpio en movimiento.
Has reducido sin saberlo mi vida a un folio
en el que me reflejo si no escribo.
Y no hay desamor más grande que la falta de amor propio.
Imagino que aceptar la derrota es el modo más seguro de ganar.
No sabes lo horrible que es esta ciudad
sin mirarse en tus ojos.
Es como si le quedaran grandes las fachadas
y pequeñas las casas,
como si hubiera comprado deprisa y en rebajas
los paisajes que la rodean.
es fácil perderlo,
aunque cuando se vaya no me sentiré como Sabina.
No me pueden robar lo que no es mío.
Que si no hallo tu cintura
es como si el mundo me lo hubieran prestado
y estén siempre a punto de exigirme su regreso.
Como vivir en una deuda infinita.
Se parece a ti la chica de la barra, me decías.
Quizás menos morena y menos alta,
los ojos más claros,
el cabello más arroyo que cascada,
las tetas más juntas y su culo
no parece un columpio en movimiento.
Has reducido sin saberlo mi vida a un folio
en el que me reflejo si no escribo.
Y no hay desamor más grande que la falta de amor propio.
Imagino que aceptar la derrota es el modo más seguro de ganar.
No sabes lo horrible que es esta ciudad
sin mirarse en tus ojos.
Es como si le quedaran grandes las fachadas
y pequeñas las casas,
como si hubiera comprado deprisa y en rebajas
los paisajes que la rodean.
Paisajes…
Hay quien habla de la primavera como si te hubiera conocido.
Hay quien habla de la primavera como si te hubiera conocido.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Somos.
Somos un beso arrebatado(r) de despedida, el primer cubata
sin pretensiones. Somos sonrisas de altavoz y manos que no se cogían al pasear.
Somos la primera vez que vi la Giralda, sobre tus hombros. Somos tu mano
incontenible siguiendo mi culo al
caminar.
Somos cada pared de Sevilla en la que me asaltan tus besos, un polvo
en los baños de una discoteca, la habitación en ruinas en la que nunca me
quitaste la ropa, cien cafeterías y un contenedor en llamas.
Somos desayunos,
de mi mano a tu boca, de tu mano a mis dientes. Somos la mirada indiscreta que
me vio seducirte.
Somos billetes de trenes que ya se han ido, la noche de un
despacho vacío, tus ojos curiosos, las rosas amarillas del parque vivo.
Somos
los niños que se miraban jugando a ser adultos, los adultos que sueñan con ser
niños. Somos la sonrisa del pensar en ti.
Nunca fuimos. Somos.
Somos un concierto sin entrada, un perfume sin piel, el mar
del fin del mundo sin marea.
Somos el teléfono al que arrancamos el cable y el
calendario acabado que sólo conserva el mes de abril.
Somos tu nombre cada vez
que respiro, el cigarro de después. Somos el fracaso del amor actual, la
estabilidad sin rutina, las horas que nos pensamos cada día.
Somos el miedo a
todo, la burbuja en la que vivimos.
Somos lo que fuimos y lo que seremos.
Somos ayer, y hoy.
Y me invento que nunca seremos olvido.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)