miércoles, 23 de julio de 2014

Como nunca nadie.

Que nadie te ha visto como yo:
con los ojos llenos de invierno
y la sonrisa repleta de primaveras.

Que nadie te ha besado como yo
y nunca antes sentiste la necesidad
de abrazar fuerte
para que ni dudara la huida.

Que nadie te ha querido recorrer
de norte a sur,
de este a oeste,
sin preocuparle arruinarse
en autopistas de peaje,
sin prisa por querer
reconocerte sin mirarte
y descubrirte siempre por primera vez
como nunca nadie.


jueves, 3 de julio de 2014

Sin medida, sin métrica, sin prosa y sin prisa.

Él es un hombre libro.

Su rostro son 46 páginas arrugadas
bajo la piel de un erizo.
A través del índice de su vida
descubrí que las palabras
son más útiles cuando tienen un orden.

Es la clase de persona
por la que matarías
por escucharle un "hola",
y te suicidarías
si le escuchas decir adiós.

Él me hizo querer ser más inteligente.
No hablo de ser mejor persona.
Me refiero a ser alguien
con quien valga la pena
mantener una conversación.

A veces me recuerda a Sabina,
otras a Bob Dylan.
Y entonces no sé de qué hablar.
Pero entonces él coloca exactamente
el adjetivo perfecto en la oración.
Y su voz es hipérbaton sin mesura.

Le pone tilde a mis pestañas
y hace de su sonrisa
un diptongo con mi frente.
Le recuerdo ataviado de monosílabos en la cocina,
cortando con una perfecta gramática los límites de su camisa,
y aguantando estoicamente todos mis errores.
Gramaticales.

Él es una parábola imprecisa,
una metáfora colocada en paralelo
al castillo de libros que colocó en mi estantería.

Papá, te quiero
sin medida
sin métrica,
sin prosa
y sin prisa. 

martes, 1 de julio de 2014

Aire.

Aire que me das si me miras,
que me falta si no estás.
Aire que se corta en la despedida.
Aire que entre besos.
Aire, sin más.