miércoles, 15 de octubre de 2014

Te olvidarías de mí, y me romperías el corazón.

Tal vez si tuviera la capacidad de demostrarte
que no me jugaría mis planes
a las curvas de nadie.

Si pudiera explicarte
que no soy la misma cuando me levanto
que cuando me levantan.

Si pudieras ver
que no hay giro de argumento
que cambie el mío.

O que tal vez,
y sólo como excusa,
mi vida esta determinada por un golpe de aburrimiento
que me obliga a cambiar los juguetes
para no ver las paredes en las que me siento
a jugar.

Tal vez si no fueras tan diferente.
Si no te movieras por curiosidad.
Si no estuvieses tan ciego,
tan desmesuradamente enamorado.

Te olvidarías de mí,
y me romperías el corazón.

martes, 7 de octubre de 2014

Me basta con la vida para justificarme.

Jamás he creído en dioses
y es por eso que aún está vacía
la silla de mi juez.
Nunca he estado a favor
de la existencia de alguien
con el cual rendir cuentas
de mis ideas.

Decidida a vivir,
busqué mentes complejas
que supieran simplificarse en palabras
y hojas secas con las que llenar el otoño
y acercar así mi primavera.

No tuve prisa,
dejé a los años acomodarse en mi pelo.
Estaba convencida
de que vivir no tiene transcendencia.

Y ocurrió
que caminé sobre libros
y entendí el motor del mundo.

Entonces comprendí
que la inmortalidad puede tomarse por adelantado.
Una eternidad que no se encuentra
en estatuas de parques,
o en firmas de libros.

Es otra mi razón.
Que no me lea
quien no haya visto nunca a la Tierra
conmoverse en un abrazo.

Me basta con la vida para justificarme.
Y cuando me citen a declarar mis actos
aunque sólo me escuche una silla vacía
será firme mi voz,
será fiel a mi por qué.
No por lo que la muerte me prometa,
sino por todo aquello
que no podrá quitarme.