sábado, 28 de diciembre de 2013

Tristes guerras (Miguel Hernández)

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Caí.

Arranqué las cadenas que me quisieron atar al desvelo por ti, por una cama sin ti. Y caí a la fatiga por tus besos, caí. A mojar con saliva la tinta de mis plumas. A retorcer los renglones de poesías obsoletas. Que nunca más duren secas tus sábanas dos días, y que mi ropa recoja el polvo de tu suelo al salir.

No te alejes de aquí, y si te alejas, que sea para coger el aire que te voy quitando. 

sábado, 21 de diciembre de 2013

Ladra.

No quiero ser romántica, pero si me mira así pierdo el rumbo, me vuelvo loca. Me derrumbo con tus besos, trazo espirales en el cielo y me hago un nudo cuando empieza a clarear. Tengo un perro en la garganta, que cuando te desnudas ladra y a ver si tú tienes cojones de callarlo. Como un pájaro, cuando el alba se despierta entre sus patas y le arranca su cantar.

jueves, 19 de diciembre de 2013

La puta de todos los poetas.

¡Qué cansada debe estar ya la luna de ser la puta de todos los poetas!, que la utilizan a traición cuando ella no mira. Deshecha en plumas y falsos desamores, amante infiel de mil mentiras borrachas de tinta. Mientras más la quieren, más la desean. Pobre de la luna, tocada por tantos, y ella sin brazos y redonda no puede evitar ser violada. Dejadla tranquila sola en el cielo, y que se acueste con quien quiera, que a la noche seguro que nunca llega tarde.

martes, 17 de diciembre de 2013

Tállame.

Reinvento renglones, apoyándome en las líneas continuas que escribió mi carmín apoyado en tu piel. Los miro de cerca, borracha, y les suplico antes de dormir. Me quedo en el último escalón de tu espalda y escupo  el hambre que me provoca el no devorarte. Me duele la boca de decirte que yo te quiero más, y de morderme los  labios al verte. A latigazos de saliva, reprimo pecados, que por carne yo he visto morir. A mí no me hables de cruces al hombro, que estoy hecha de astillas y clavos, pues soy de olivo corrompido por barniz. Tállame otro corazón amor, que la lluvia me ha calado los huesos y mi madera se pudrió por falta de besos.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Soy la reina de los tejados.

Me subo a los árboles cuando dejas de mirarme, y es que se me pudren las ideas cuando no me besas. Hasta las ratas con galones, me escupen versos envenenados, para hacerme bajar de las alturas. Soy la reina de los tejados.
De vez en cuando apetece descansar, se me frunce la espalda de tantas noches sin dormir. Y leo en las tejas vidas callejeras del que busca en las esquinas y llora en las aceras, del que mira al cielo esperando una respuesta y no recibe más que el silencio del sol que se esconde de sus lágrimas. Historias de poetas, fantoches de bolsillo y faroleros que se inspiran en los bares de putas. 
Me quedo aquí para vivir y compartir con la calle la fábula de tus besos. Me quedo aquí para morir, con los ojos tapados y la luna por bandera.

Soy la reina de los tejados.

La puta de la luna.


Su función empieza cuando los últimos flecos del telón ya rozan las tablas. Esos flecos pisoteados por la mierda que otras suelas privilegiadas les dejan como recuerdo. Cuando en las butacas sólo quedan los trozos de piel salpicados en un aplauso, y el acomodador ya puede acomodarse.
En su obra no hay taquillas, ni alfombras rojas.
No hay glamour, ni premios.
En su obra tan sólo vencen los recortes de falda, las agujas con tacón y los focos alumbrando sobre las rodillas.
Hizo de su vida un teatro, y de gatos su público. Calzó sus pies con la piel que le sobraba a sus agallas y entalló sus rifadas piernas en unas medias con más agujeros que el honor de un chivato.


Y cuando amanece, deja de ser la puta de la luna para convertirse en la madre del sol.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Otro invierno.

Me deleita el ruido de las hojas secas que se me fueron cayendo por el camino. El canto grave de una cigarra chapucea entre los charcos, y moja mis pies. Y yo sigo caminando, sin importarme cuán calada me dejó el paso del tiempo.
Y aunque descalza anduve hasta en primavera, sintiendo bajo mis pies las brasas, hoy vuelve a forjarse un nuevo suelo bajo mis pasos. Ahora camino sobre sus las lágrimas, que me queman más dentro aún que todo mi interior en llamas.

Pero soportaría todo el fuego del mundo, con tal de celebrar un invierno contigo. 

jueves, 12 de diciembre de 2013

Principios.

Que si hablas porque hablas, y si callas porque callas. Recuerda, alza alto el brazo cuando los veas desfilar.  No les toques ni un centímetro. Besa y reza su bandera, que el que con putas se acuesta, cacique se levanta.

Siéntate anda, que pa' ladrar penas ya hay un perro predicando en el altar.

Y si revientas, biblia en mano mientras se va pudriendo tu libertad, estate seguro amigo, que ni por tu dios podrías ser juzgado.

¡Ja! Pobre de ti muchacho, si toda tu vida habías pensado que del cielo no te pueden echar. Shh, no lo digas muy alto, que hasta en tu tierra santa existen los desahucios.

‘Siéntate anda’, a todo cerdo le llega su San Martín.

Dame la última calada de tu risa.

Respiro tu risa, que navega por mis pulmones y los deja rodeados de auténtica intensidad.
Respiro rápido,  a tientas, firme pero suave. Encerrando cada suspiro que evocan tus labios con su perfecta precisión sublime.
Respiro tu risa tan fuerte, que apenas me queda espacio para respirar. Y hasta el último pedazo de  aire que se derrama por mi garganta, da lugar a sueños y elucubraciones.
Respiro de tal manera, que sueño el soñar con tu boca tan sumamente cerca, que casi no puedo soñarla.

viernes, 6 de diciembre de 2013

El mal tiempo quiere robarme la vida a tormentas.

Me despierto a un palmo de la locura, a punto de rozarme con sus malas artes. Corro, la aparto de mí a base de mentiras que me queman la lengua. Me observo en el espejo y me doy cuenta  que el mal tiempo quiere robarme la vida a tormentas.
Y me preparo un cola-cao, que me haga sentir pequeña de una forma diferente, que me muestre la salida de este laberinto sin entrada. Me pregunto dónde cojones está esa diosa que algunos dicen ver en  mí. ¿Será que no me conozco?

Me miro los pies, tanto huir de la locura y yo descalza. Camino por un suelo que de ante mano sé que tiene fecha de caducidad. Y cuando me fijo, veo cómo se van desvaneciendo poco a poco mis huellas. Las muy imbéciles se niegan a acompañarme en otro día igual.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Horas y horas.

Le levanto el vestido a los días y encuentro horas y horas que no sirven para nada. Horas y horas que tan sólo me llevan a silencios interminables con los que me pitan los tímpanos,  me matan las horas y horas que llueve en secreto. Horas y horas buscándome en fotos y no encuentro nada, sólo veo el vacío en el que me encierran tus besos. Horas, horas y más horas. Ven un momento, que sobran palabras si tengo tus huesos. Prometí que jamás me cansaría de escalar mañanas, de tumbar tardes y de devorar noches. El empache de estrellas me hace vomitar gritos que rebotan entre las cuatro paredes en las que me encierra mi habitación. Enciéndeme las noches amor, para que al menos vea por dónde piso.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

¿Cómo se podría volar más alto?

Dejaré pasar las noches que la luna me regale por ti, mientras ambos masticamos el hielo que el amanecer nos dará. Entre aullidos de lobos nocturnos de ciudad que, quizás, sólo sonarán en nuestras cabezas, empezaremos a descubrir que aún quedan versos sobre el suelo por escribir. Prometo mantener los pies sobre la tierra unos segundos cada día, tan sólo para verte estremecer en tus noches en vela. Y entre tus lunares prometo ser como aquella niña que quiso cazar mariposas, pa' quitarle las alas, porque ni las mariposas nos podrán hacer sombra. ¿Cómo se podría volar más alto?

lunes, 2 de diciembre de 2013

La llamaron fría. Ignorantes de que el hielo quema.

Se decidió a entrar a clase envuelta en una sensación de embriaguez que le rodeaba el cuerpo. Lo hizo segura, con la frente en alto y la sonrisa fría. Todos la contemplaban. Siempre lo hacían: ellas anhelando reflejarse en el espejo pareciéndose un poco a ella, ellos lamentándose no llegar a ser jamás lo suficiente para alguien como ella.
Sus ojos del color fuego se clavaron sin piedad sobre el profesor que esperaba a que ella se sentara. El color se asemejó al verano cuando dirigió la mirada a sus amigas.
Ella era alta, guapa, lista. Ella era bonita, achuchable: era como un invierno envuelto en la mejor manta. Pero a su vez, era como tropezar en la nieve: adquiriendo una sensación tan sumamente fría, que joder, cómo quemaba.
Todos la observaban de los pies a la cabeza, admirando a la que seguramente sería la mujer más hermosa que jamás hayan visto. Todos se derretían en su mirada, y arrastrados por su belleza se derramaban a sus pies. De hecho, todos pensaban que algún día ella y su perfecto cuerpo llegarían a una revista de Vogue.
Mientras se sentaba, ella tan sólo pensaba en lo desgraciada que era. Ella se adjudicaba los complejos que otros se encontraban observándola. Ella se había roto una y otra vez, y no como esas muñecas de cerámica, sino como se desgarra una revista por no poder ser la chica de la portada.
Ella era tan espontánea como el mechón de pelo rubio que de todas las miradas se apoderaba ondulado hacia el suelo.
Ella podía permitirse la locura. No importaba lo que hiciese, todos seguirían viendo su belleza. Su manera de ser feliz era un grito, y ella gritaba todos los días con la única excusa de que ‘le daba la gana’.  Ella leía cada noche, le encantaba las fantasías que la vida real nunca le daría.

Ella podía volar con los pies en el suelo.