sábado, 19 de enero de 2013

Salvajemente enajenados.


Tiene que ser algo comparable a las despedidas de película que tenemos,  algo así como mis rodillas en tu cadera, similar a tus dientes atrayendo tiernamente mi labio inferior, equiparable a las milésimas de segundo que tardas en girarme del brazo para apretarme contra tu caja torácica y besarme sin posibilidad de escape.
Salvajemente enajenados.

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