Que nadie te ha visto como yo:
con los ojos llenos de invierno
y la sonrisa repleta de primaveras.
Que nadie te ha besado como yo
y nunca antes sentiste la necesidad
de abrazar fuerte
para que ni dudara la huida.
Que nadie te ha querido recorrer
de norte a sur,
de este a oeste,
sin preocuparle arruinarse
en autopistas de peaje,
sin prisa por querer
reconocerte sin mirarte
y descubrirte siempre por primera vez
como nunca nadie.
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