miércoles, 24 de junio de 2015

Aparecer en silencio es como irse sin haberse despedido.

Y llegas tú —no la primavera—
con ganas de hacerme saltar charcos,
de bailar bajo el sol,
de hacer la vida un martes,
dándome las ganas de quedarme
donde tú plantes las flores.

Y pisoteas las ruinas
de una ciudad que te echaba de menos
porque la última vez que te vio
gritabas mientras arrancabas sus girasoles.

Ahora te tiene.

Aparecer en silencio
es como irse sin haberse
despedido.
No eres así.

Ahora que estás, te toca quedarte.
La ciudad es tuya, siempre lo fue.

Traes la locura en los ojos,
la esperanza en la piel,
y las únicas pisadas tan firmes
que pueden hacer cambiar
el invierno que nos dejaste.




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